NAYIBE GUTIÉRREZ MONTOYA
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Este trabajo tiene como objetivo principal el análisis de las dinámicas sociales y posibles patrones y modelos de ocupación espacial desarrollados por los distintos grupos culturales que habitaron la denominada área cultural Tairona, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en un marco cronológico que abarca aproximadamente desde el siglo X hasta los años finales del siglo XVI. Se han usado como fuentes los principales trabajos arqueológicos desarrollados en la región, los documentos del Archivo General de Indias de Sevilla, del Archivo General de la Nación en Bogotá y de la Biblioteca Nacional de Madrid, los informes, mapas, diseños, proyectos y cuadernos de trabajo conservados en la Biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología e Historia así como del Centro de Documentación de la Fundación Pro Sierra Nevada de Santa Marta. También los diarios o crónicas de viajeros, publicadas a lo largo de los siglos XIX y XX. Los constructores de esta gran civilización que ocuparon las caras norte y occidental de la Sierra Nevada, elaboraron una de las culturas más complejas del Caribe y menos estudiadas también. En su lucha por la sobrevivencia, estos pueblos tuvieron que desarrollar sofisticadas estrategias de adaptación y manejo, no solo de un medio donde se habían asentado, muy complejo, duro y difícil, sino además frente a una progresiva presión de los invasores europeos desde principios del siglo XVI, que los fueron encajonando en los lugares más altos y más inaccesibles de la Sierra, hasta que, después de un largo proceso de resistencia que duró casi cien años, estas dinámicas fueron deshechas por la invasión castellana, los asentamientos se vieron paulatinamente incapacitados para su correcto funcionamiento, y acabaron fatal y forzosamente despoblados. Así, en estas páginas tratamos de estudiar y conocer, con la rigurosidad del estudio científico, una de las más complejas y completas sociedades de la historia de la humanidad en el continente americano; y tratamos también de aprender de ellas, de su sabiduría y de su formidable capacidad de organización, que les hizo posible crecer, crear y desarrollarse de la manera como lo hicieron. No hay ciudades olvidadas, porque la memoria de los pueblos siempre es obstinada. -